jueves, 3 de marzo de 2011

Progreso sostenible


Si destruimos el ambiente estaremos perjudicando
 a nosotros mismos, a nuestros hijos y a nuestros nietos.
Tú, estimado lector, vas a leer una reflexión sobre la cual me gustaría que colaborases en su difusión, enviándola a tus conocidos, metiéndolo en una botella y tirándola al mar, pegando fotocopias en los tablones de anuncios o de la manera que consideres oportuna. Agradezco tu colaboración por adelantado.


Es importante saber y tomar consciencia de que el mundo no nos pertenece, nos ha sido prestado para que vivamos en él y lo utilicemos con sabiduría. Y eso es lo que debemos hacer... vivir, no destruir.
Los desechos humanos e industriales se han arrojado al mar durante años. Se creía en una época que el agua salada podía matar a los gérmenes y bacterias, pero los científicos han descubierto ahora que las aguas fecales vertidas a los mares pueden propagar enfermedades terribles. Si el material contaminante entra en la cadena alimentaria, puede ser incluso más peligro, pues los seres humanos que estamos al final de la cadena alimentaria somos los que sufrimos las peores consecuencias. Enfermedades casi desconocidas en nuestro primer mundo cómo el cólera, el tifus y la hepatitis, son algunas de las enfermedades que se pueden contraer. Cómo muestra un botón: En la década de 1950-60, muchas personas en Japón murieron o quedaron paralíticas después de comer pescado contaminado con el mercurio de una fábrica local.
Hoy, los mares y océanos siguen siendo contaminados por derrames de petróleo, sustancias químicas, desechos humanos, etc… tanto o más como hace 60 años.
Igualmente de preocupante es que, en las últimas décadas ha aparecido un factor determinante y cómplice de la contaminación de nuestras costas, se trata del urbanismo descontrolado. En España tenemos un total de 7.880 Km de costa. Se trata toda esa gran banda de una zona de alta sensibilidad y de difícil recuperación tras haber sido modificada por las actuaciones urbanísticas que no han tenido en cuenta más que el máximo aprovechamiento económico, en detrimento de todo lo demás.

Se estima de que, en el 7% de nuestro territorio nacional se agolpa el 44% de la población, de lo que podemos deducir objetivamente que sobre nuestras costas existe una gran presión humana y urbanística. Llama la atención, el ejemplo del litoral gallego, que ha sufrido cambios en un 75% de su superficie. Prácticamente idéntico es el caso de la Costa del Sol, donde en las últimas décadas hemos pasado de ser espacios vírgenes a estar totalmente masificados en cuanto a densidad de edificación.

Aún, con todo lo dicho, creo que el progreso no está reñido con el desarrollo sostenible y el bienestar social. También creo firmemente que  satisfacer las necesidades de la generación presente no debe comprometer las posibilidades de las del futuro. ¡Estamos a tiempo! exijamos a las administraciones que también tomen consciencia y dediquen una mayor parte de los presupuestos en reordenar lo ya urbanizado y en dotar de infraestructuras suficientes para la sostenibilidad de nuestro entorno, especialmente en el tratado de residuos y depuración de aguas.



Debemos cuidar nuestros 
ríos y mares para que puedan servirnos hoy y en el futuro.




3 comentarios:

  1. Mªdel Carmen Vega4 de marzo de 2011, 0:33

    ¡¡Que bonito¡¡ Puedes tener X seguro que lo pasaré a mi gente. Bss

    ResponderEliminar
  2. Tienes mucha razón Manuel. Cuidar el mundo es cuidarnos y esa es otra muy buena razón ¿no te parece?

    ResponderEliminar
  3. Hola soy Pepa,he leído tu articulo,y creo que si toda la educación, se volcara en cuidar la tierra desde que nacemos como algo nuestro, y de cada uno de nosotros,sería otro cantar ó quizás una autopía.De todas maneras algo está cambiando ya en muchas conciencias.Un saludo.PepaMoreno.

    ResponderEliminar