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jueves, 26 de septiembre de 2024

Para equilibrar nuestra vida


 

En la sociedad actual, estamos constantemente bombardeados por una multitud de impresiones, exigencias y urgencias que nos obligan a depender del exterior. Pasamos el día atendiendo asuntos, problemas y gestiones, siempre en movimiento y acción. Desde que nos despertamos hasta que nos vamos a dormir, estamos pendientes del mundo exterior.

Esto no solo implica pensar en el exterior, sino también preocuparnos por él, enfrentándonos a problemas, deseos y peligros. Esta lucha constante genera tensión. El estilo de vida moderno nos lleva a estar en tensión, desarrollando nuestra mente, sentidos y facultades operativas hacia fuera, pero descuidando nuestro mundo interior.

No es sorprendente que esta tensión cause fatiga, angustia y una variedad de trastornos neurovegetativos. Nuestra vida fisiológica sufre: insomnio, hipertensión, problemas estomacales y estreñimiento son comunes. Los médicos a menudo diagnostican estos problemas como trastornos funcionales, ofreciendo sedantes que solo alivian temporalmente los síntomas.

La tensión también afecta nuestra vida afectiva, impidiendo el desarrollo de un equilibrio emocional. La susceptibilidad y las disputas son frecuentes, especialmente en la familia y el trabajo. Nuestra mente también se resiente, con dificultades de concentración, lapsus mentales y una disminución de la capacidad de asimilación.

Vivimos en un círculo vicioso donde los problemas de funcionamiento generan nuevos problemas. La tensión constante se considera una condición normal en nuestra época. Sin embargo, cuando nos damos cuenta de que este ritmo de vida no es deseable, buscamos soluciones. La verdadera solución no está en medicinas paliativas, sino en recuperar nuestro ritmo natural.

Para restablecer el equilibrio, debemos aprender a descubrirnos a nosotros mismos, a entender nuestras necesidades interiores y a encontrar nuestras fuerzas internas. Estas zonas de tranquilidad y silencio son la base de nuevas energías y entusiasmo para vivir.

El hombre moderno está alienado, fuera de su eje. Para recuperar el equilibrio, debemos aprender a vivir nuestro mundo interior junto con el exterior. Solo así evitaremos la crispación y encontraremos un remedio eficaz para los trastornos funcionales y las enfermedades causadas por un modo de vida defectuoso.

sábado, 23 de abril de 2022

El camino del bien

Las experiencias adquiridas a lo largo de la vida, si son bien utilizadas, nos enseñan y nos corrigen. Con ellas aprendemos que “quien pone el dedo en el fuego, se quema”.

 

De hecho, la vida nos devuelve lo que damos. Aquellos que engañan a otros o cometen malas acciones casi siempre, antes de lo que esperan, sufrirán alguna consecuencia. Puede ser una gran angustia, una enfermedad física o incluso un desequilibrio mental.

 

Haremos bien si miramos atrás y nos arrepentimos o nos sentimos satisfechos de nuestros actos. De lo contrario, solo Dios sabe lo que les sucederá.

 

Por ello, debemos tomar todas las precauciones y cuidados posibles. La vida nos educa, porque nadie tiene dudas de que es una gran y excelente escuela.

 

Si levantamos un dedo en el aire contra alguien, por las Leyes de la Vida lo estamos levantando contra nosotros mismos. Y si, pudiendo abrir, cerramos nuestro corazón para el bien, estamos cuidando mal nuestro futuro.

 

Pero si, por el contrario, tenemos tolerancia con nuestro prójimo, que es nuestro hermano, y si, sobre todo, lo amamos, estaremos encendiendo luces en la conciencia y muchas otras en el Cielo para iluminarnos, siempre.

 

Escojamos el camino del bien y practiquémoslo. Es por el camino del bien que nos llega la felicidad. ¡No hay otra salida!

 

Es mi deseo que todos tengamos un feliz día, con mucha salud y paz en nuestros corazones.


jueves, 21 de abril de 2022

No a la prisa

 


Cuántas veces hemos cometido el error de dejar que la precipitación se haga cargo, haciéndonos actuar de forma menos racional, cuando en realidad podríamos haber actuado de otra manera.

Ciertas decisiones, una vez tomadas, no se pueden retractar, y esto es lo que aumenta el dolor de quienes se arrepienten después de un hecho consumado.

Por eso, entre otros, pensemos bien antes, para no dejarnos dominar por los impulsos o la impulsividad, que hacen que la emoción suplante a la razón, trayendo consecuencias casi siempre desastrosas y, no pocas veces, pueden tener consecuencias para toda la vida. . .

Por lo tanto, es esencial que seamos pacientes y cautelosos. Que seamos más razonables con nosotros mismos en nuestras acciones, no volviendo a hacer mal, si en otras ocasiones lo hemos hecho. Somos los que más perdemos al actuar precipitadamente o sin pensar.

Ya decían los "viejos" que: "la paciencia y el caldo de gallina no le hacen daño a nadie". Entonces, no nos dejemos llevar. Estemos muy tranquilos, detengámonos, meditemos y respiremos profundamente antes de actuar.

Que tengamos un día bendecido y feliz, con salud y paz.

 

¡Un abrazo!