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jueves, 13 de febrero de 2025

¿Y tú qué haces frente a la injusticia?


En el Critón, Platón manifestó no saber qué es la justicia, pero sí qué es la injusticia. Es, sin embargo, un punto de vista común entre los filósofos que, aunque justicia e injusticia son interdependientes, es la última la que prima cualitativamente, siendo por eso es difícil escribir sobre la justicia y ponernos de acuerdo, lo que no ocurre cuando se trata de una injusticia o falta de justicia.

Heráclito habría sido en Occidente el primer pensador en hablar del concepto de injusticia como cualidad primaria, idea que continuaría y asentaría Aristóteles en la cultura occidental.

Como vemos, la injusticia ha sido una compañera incómoda de la humanidad desde siempre. Muchos prefieren mirar hacia otro lado, pero la verdad es que nuestra inacción tiene consecuencias serias. Como dijo Martin Luther King Jr., "la injusticia en cualquier lugar es una amenaza a la justicia en todas partes". ¿No es esto algo que deberíamos tener muy presente en nuestro día a día?

Platón, hace siglos, nos alertó sobre el peligro de la indiferencia política. "El precio de desentenderse de la política es ser gobernado por los peores hombres", afirmó. ¿No les parece que esta frase sigue teniendo una vigencia asombrosa en nuestros tiempos? Los ciudadanos tenemos la responsabilidad de involucrarnos y exigir justicia y ética a nuestros gobernantes. La pasividad solo beneficia a aquellos que buscan el poder para su propio provecho.

Albert Einstein, por su parte, subrayó la importancia de actuar individualmente ante la maldad: "El mundo no está en peligro por las malas personas, sino por aquellas que permiten la maldad". ¿Cuántas veces hemos sido testigos de injusticias cotidianas y no hemos hecho nada? Nuestra falta de respuesta alimenta un ambiente donde las acciones dañinas se propagan. Es crucial que nos atrevamos a intervenir, aunque sea con un pequeño gesto.

Mahatma Gandhi, líder que transformó la lucha contra la opresión en un movimiento global, declaró: "La injusticia es la clave de todas las esclavitudes y la raíz de todos los sufrimientos". Su lucha pacífica nos recuerda que enfrentar la injusticia no siempre implica violencia, sino una convicción firme y un compromiso inquebrantable con la verdad y la justicia. ¿Estamos dispuestos a seguir su ejemplo?

Edmund Burke nos previno: "Lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada". Esta afirmación es un llamado a la acción para todos aquellos que valoramos la moralidad y la justicia. No permitamos que la apatía o el miedo nos paralicen. ¿Qué podemos hacer hoy mismo para marcar la diferencia?

Nelson Mandela, símbolo de resistencia y perseverancia, afirmó que "superar la pobreza no es un gesto de caridad. Es un acto de justicia". Esta frase nos muestra que abordar las desigualdades no debe ser visto como un favor, sino como una obligación moral y ética hacia nuestros semejantes. ¿Estamos dispuestos a asumir esta responsabilidad?

En resumen, la lucha contra la injusticia nos compete a todos. Ignorarla o permanecer pasivos solo contribuye a que siga existiendo. Sigamos el ejemplo de los grandes pensadores y líderes del pasado, y comprometámonos a ser agentes de cambio en nuestra sociedad. Aseguremos que la justicia y la equidad sean una realidad para todos.

¿Qué opinas tú? ¿Crees que estamos haciendo lo suficiente para combatir la injusticia? ¿Qué acciones concretas podemos llevar a cabo en nuestro día a día?


miércoles, 18 de mayo de 2022

Supera el estrés



El ser humano tiene una tendencia innata a normalizar las situaciones en que se ve envuelto. Por eso a veces es difícil identificar el impacto que este mundo estresante en el que vivimos tiene en nuestra salud.

Mucho se ha hablado del estrés y de sus consecuencias devastadoras para la salud.

Desafortunadamente vivimos cada día experiencias estresantes, incorporando esta ansiedad como parte de nuestra rutina.

Que nuestras vidas nos parezcan normales nos impide ver muchas veces ver las consecuencias de eso que normalizamos. Vamos llenando de a poco el vaso que nos contiene, “esperando” a la última gota para explotar y tomar medidas.

Vivimos en una cultura que socava constantemente nuestras vías de conexión y no siempre tenemos la facilidad de cambiar nuestras circunstancias de vida. Por eso es fundamental encontrar la forma de equilibrar la respuesta al estrés excesivo. Sin duda, identificado el estrés o no, conviene seguir algún programa de prevención o reducción del estrés. Hay muchas formas de combatirlo que son relativamente sencillas. Desde la práctica de la meditación a la práctica de ejercicio regular. Pero, no todos los sistemas funcionan para todo el mundo, por eso es importante encontrar el propio y ejercitarlo.

Mi consejo es simple, aunque en ocasiones, nos parezca difícil de llevar a la práctica.

Hagamos tiempo para nosotros, tiempo para nuestra familia y tiempo para nuestros amigos. Esta práctica evita el agotamiento físico, y el más devastador es el agotamiento mental. Casi siempre subestimamos la importancia del descanso que debemos darle a la mente, cuya recuperación es más lenta.

Según la propia Biblia, "Nadie puede servir a dos señores". Cuando dedicamos un tiempo excesivo al trabajo, por ejemplo, es seguro que descuidaremos otras necesidades, por falta de tiempo o por agotamiento físico.

Del mismo modo que, por costumbre u obligación, tenemos tiempo para despertarnos, trabajar, almorzar, etc. una cita con los amigos.

El trabajo es importante para el sustento y el crecimiento, pero ojo, porque la mayor recompensa de nuestro trabajo no es el salario, sino en qué nos transforma. Relajemos nuestra mente, para usarla más y mejor.

Nuestra mente también necesita unas vacaciones. Si no podemos viajar, vamos al cine; a algún entretenimiento saludable, o incluso a leer un libro. Estas prácticas, además de alejar nuestra mente de problemas innecesarios, pueden asegurar una mejor calidad de vida.

Recordemos que “Si el futuro nos preocupa demasiado y el pasado nos aprisiona, el presente se nos escapa. Por eso, de vez en cuando, decidimos “perder” un poco de tiempo con nosotros mismos”. Y, sin embargo, es mejor disfrutar de la supervivencia que simplemente sobrevivir.

Desde este momento, disfrutemos de nuestra supervivencia, con mucha alegría y paz. ¡Nosotros lo merecemos!

Dedicado a Mónica Martínez García