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jueves, 23 de julio de 2020

Escoger bien




Las cosas malas no son lo peor que nos puede pasar. Lo peor que nos puede pasar es que NADA suceda.

Una vida fácil, sin sacrificios, sin obstáculos, nada nos puede enseñar, porque lo que importa es lo que aprendemos. Lo que aprendemos y cómo nos desarrollamos ante las dificultades.

Trazamos nuestras vidas por el poder de nuestras elecciones. Un pequeño cambio hoy puede conducir a un mañana profundamente diferente. Las recompensas son excelentes para aquellos que tienen el coraje de cambiar, pero estas recompensas no llegan de repente o de la noche a la mañana.

El premio por nuestras buenas elecciones proviene de nuestro trabajo, de la confianza que tenemos en nuestra capacidad y de nuestra persistencia en alcanzar las metas que establecemos. Nuestros resultados son el resultado de nuestras elecciones. Y se necesita tiempo y paciencia.

Generamos nuestros propios medios y obtenemos exactamente lo que buscamos. Somos responsables de la vida que creamos nosotros mismos. ¿Quién será el culpable o quién será elogiado, si no nosotros mismos?

Tomemos un tiempo, reflexionemos y hagamos una pregunta: ¿quién puede cambiar nuestras vidas en cualquier momento, si no nosotros mismos? Dios quiere que seamos felices y, por eso, nos ha dado el mayor bien, además de la vida, el libre albedrío. ¡Escojamos bien, por lo tanto!

martes, 30 de junio de 2020

Vísteme despacio, que tengo prisa


¿Cuántas veces nos hemos equivocado al permitir que la precipitación tome la delantera, haciéndonos actuar de manera menos racional, cuando en realidad podríamos haber actuado de otra manera?

Ciertas decisiones después de tomarse no se pueden revertir, y esto es lo que aumenta el dolor de quienes se arrepienten después de un hecho consumado.

Por este motivo, entre otros, pensemos de antemano, para no dejarnos gobernar por impulsos o impulsividad, que provocan que la emoción suplante a la razón, trayendo consecuencias, casi siempre, desastrosas y, a menudo, pueden tener reflejos durante toda la vida. .

Por lo tanto, es esencial que seamos pacientes y cautelosos. Que seamos más razonables con nosotros mismos en nuestras acciones, sin volver a hacer lo malo, si en otras ocasiones lo hemos hecho. Somos los que más perdemos actuando de manera apresurada o irreflexiva.

Los "antiguos" ya dijeron que: "la paciencia y el caldo de pollo no hacen daño a nadie". Entonces, no estemos nerviosos. Vamos a estar muy tranquilos, detenerse, meditar y respirar profundamente antes de actuar.

Que tengamos días bendecidos y felices, con salud, mucha paz y alegría.

lunes, 29 de junio de 2020

Confía en Él



Siempre debemos estar preparados para lo inevitable. Hay situaciones en la vida que no se pueden cambiar y, en otras circunstancias, ni siquiera se pueden evitar. Y por difícil que sea aceptarlos, es necesario saber cómo vivir con ellos.

La aceptación de un episodio de tristeza o angustia hará que el dolor sea más agradable, y llamamos a esto resignación. Y renunciar no es lo mismo que ser conformista, que acepta pasivamente todo. ¡No es!

Tener resignación es tener humildad, comprensión y paciencia. Por eso es muy importante saber cómo lidiar con hechos y situaciones en las que se puede hacer poco o nada. Rebelarse contra la Ley de la vida y contra Dios no es la actitud de quienes dicen creer en Él.

Somos probados durante todo el viaje terrenal, y debemos pasar estas pruebas porque no nos quedaremos en este viaje para siempre. Recordemos que somos estudiantes de la vida y será necesario y bueno que podamos obtener la aprobación.

Renunciemos y confiemos en el Maestro de Maestros, que es Dios, porque de Él recibimos las mejores lecciones de resignación y ennoblecimiento, en la certeza de la recompensa de la dicha eterna.

Recordemos, que el sufrimiento mejora nuestro espíritu y nos proporciona ricas lecciones de vida.

martes, 18 de marzo de 2014

El poder de la risa


    La risa tiene el poder de elevarnos fuera de nuestro caos y de subyugar a nuestro ego.

    Ríete de la vida tan a menudo como puedas, incluso ríete de ti mismo. Una de las mejores formas de combatir la negatividad es no tomar todo tan en serio.



miércoles, 27 de noviembre de 2013

Casualidad o causalidad

No es ésta la única ocasión en la que hablo de la dualidad casualidad/causalidad, pero me parece un tema de tanta profundidad reflexiva que, lo traigo nuevamente a colación acompañado de un vídeo que he encontrado en Youtube.
Continuamente he mantenido lo que a mi gran amigo Gabriel le gusta recordar que, no existen las casualidades, sino las causalidades. Que nada ocurre porque sí. Que las cosas ocurren por una razón, por una causa. A veces, incluso, por varias. Pero hasta ahora nunca había reflexionado profundamente sobre ello.
La causa de un objeto es aquello que lo origina; la explicación de por qué está ése objeto ahí, de cómo ha llegado hasta ahí. La causa de un objeto no es aquello para lo que ha sido creado; no es ni la explicación de PARA QUÉ está ahí, ni de cuál es su FINALIDAD. He aquí la gran diferencia: no es lo mismo explicar el por qué de un objeto (causa o causalidad) que explicar el para qué de un objeto (fin o finalidad).
Que todos poseamos un por qué no quiere decir que tengamos un para qué. Que poseamos causa no quiere decir que tengamos finalidad. Que estemos aquí por una causa y no por mera casualidad no quiere decir que tengamos destino.
Hablar de causalidad no es hablar de destino.
Estamos aquí POR una razón, por una causa; pero no PARA una razón en particular, para un fin.
Tengo causa. No sé cuál, pero la tengo, y eso no condiciona mi finalidad, mi futuro ni mi destino. No necesito conocer mi causa para poder elegir mi finalidad en la vida.
El poder de Dios, la evolución, la adaptación, un terremoto, un milagro… ¿Qué más da? La causa más inmediata y cercana de por qué estoy aquí es mucho más sencilla de comprender: el amor.
Estoy aquí porque dos personas se amaron, y de ese amor nací yo. Ése es mi por qué, mi causa. Mi destino, mi fin, está bajo mi decisión y es, al fin y al cabo, una de las pocas cosas que realmente me pertenecen.