Siempre debemos estar preparados para lo inevitable. Hay
situaciones en la vida que no se pueden cambiar y, en otras circunstancias, ni
siquiera se pueden evitar. Y por difícil que sea aceptarlos, es necesario saber
cómo vivir con ellos.
La aceptación de un episodio de tristeza o angustia hará que
el dolor sea más agradable, y llamamos a esto resignación. Y renunciar no es lo
mismo que ser conformista, que acepta pasivamente todo. ¡No es!
Tener resignación es tener humildad, comprensión y paciencia.
Por eso es muy importante saber cómo lidiar con hechos y situaciones en las que
se puede hacer poco o nada. Rebelarse contra la Ley de la vida y contra Dios no
es la actitud de quienes dicen creer en Él.
Somos probados durante todo el viaje terrenal, y debemos
pasar estas pruebas porque no nos quedaremos en este viaje para siempre.
Recordemos que somos estudiantes de la vida y será necesario y bueno que
podamos obtener la aprobación.
Renunciemos y confiemos en el Maestro de Maestros, que es
Dios, porque de Él recibimos las mejores lecciones de resignación y
ennoblecimiento, en la certeza de la recompensa de la dicha eterna.
Recordemos, que el sufrimiento mejora nuestro espíritu y nos
proporciona ricas lecciones de vida.
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