martes, 18 de marzo de 2014
El poder de la risa
viernes, 14 de febrero de 2014
Camino a la verdad
Un discípulo preguntó a su maestro cómo podía alcanzar la verdad..
a lo que el maestro le hundió la cabeza en el agua hasta el punto de casi producirle el desmayo.
entonces le sacó la cabeza del agua y le preguntó:
cuando tenías la cabeza en el agua deseabas riquezas?
no..dijo el discípulo.
Deseabas mujeres bonitas o trajes?
no..volvió a responder.
que deseabas?..preguntó el maestro.
VIVIR!!!!! dijo el discípulo.
a lo que el maestro replicó:
''cuando ese sea tu único anhelo podrás entrar en el camino de la verdad''..
¿Qué te produce más ansiedad?
El ser humano tiene la tendencia a padecer de un estrés
anticipatorio que nos genera la dolorosa ansiedad.
La ansiedad nos engaña creando un futuro imaginario que en
realidad no existe.
Por ejemplo, puede ser que sientas ansiedad porque cuando vas a
volar piensas que tendrás un accidente aéreo, así que evitas aquello a lo que le temes. Por
lo general ese asunto negativo no ha sucedido y probablemente nunca sucederá.
Esto aplica en todo, desde invitar a alguien a salir, hablar en público o
caminar por una calle solitaria a altas horas de la noche.
Hoy ¿Qué te produce más ansiedad?
En lugar de imaginar lo peor,
date la oportunidad y siente el placer de imaginar lo mejor. Piensa cuanto
puedes ganar al pensar de esta forma.
¡Somos aquello que pensamos!
lunes, 13 de enero de 2014
¡Florecer!
Puede que te pase en la actualidad o te ocurriera en el
pasado, pero al igual que tú, hace unos años un gran amigo mío padeció en sus carnes la
experiencia dolorosa que procede de la injuria, la calumnia, la ofensa a sus
seres queridos… indudablemente toda herida deja su cicatriz, y el me ha reconocido que, todavía al mirar su cicatriz trae a colación el recuerdo de aquel mísero atentado.
Aprendemos de ésta experiencia que, en ocasiones otras personas tratan de
minimizar tus sueños, esperanzas, tu futuro y tu persona. Que tratan de
aplastarte poniéndote en ridículo o por muchos otros medios mucho más
mezquinos. Las personas malintencionadas pueden tratar de llevarnos a la ruina
más absoluta.
Por la razón que sea, nuestros esfuerzos por mejorar, por
ser más felices en la vida, se pueden volver el blanco de ataques. Estas
personas deben pensar que somos peligrosos para ellas en alguna forma; deben
creer que si progresáramos personalmente o en nuestra sociedad, eso sería una
amenaza para ellas. Por eso tratan de minimizar nuestro talento y capacidad de
diversas formas. Algunos dementes incluso tienen un plan general que dice: “Si X
tiene más éxito, puede ser una amenaza para mí; por lo tanto, debo hacer todo
lo posible para lograr que X tenga menos éxito”. Son tan obtusos que, nunca se
les ha ocurrido que sus acciones podrían convertir a X en su enemigo, aunque no
lo haya sido antes. Podría decirse que esta es una forma casi segura en que
estos dementes se meten en problemas; algunos lo hacen sólo por prejuicio o
porque “alguien les desagrada”. Sin importar cómo traten de hacerlo, su
verdadero propósito, como tal, es hacer que la persona que es su objetivo, empequeñezca
y fracase en la vida.
La justicia la divina y a veces la de los hombres, pone a
estos individuos en su sitio, incluso pagando penas que dejan empequeñecido el
daño que intentaron infligir, pero existe una manera de resolverlo a largo
plazo que rara vez falla.
La manera de resolver realmente esta situación y de
manejar a estas personas, la manera de vencerlas es florecer y progresar
interiormente. Ah sí, es cierto que tales personas, al ver que uno mejora su
suerte, pueden ponerse histéricas y atacar con más fuerza. Lo que hay que hacer
es encargarse de ellas si uno debe hacerlo, pero no dejar de florecer y progresar,
ya que eso es lo que tales personas no quisieran que hicieras.
Si te lo propones y lo consigues, tales personas caerán
en apatía y pueden darse por vencidas completamente.
Si nuestras metas en la vida valen la pena, si las
llevamos a cabo, si florecemos y progresamos interiormente, con toda seguridad
saldremos vencedores. Y con optimismo, con honorabilidad, con decencia… sin
dañar un solo pelo de sus cabezas.
"haz a los demás lo que quieras que te hicieran a
ti"
viernes, 3 de enero de 2014
Cuento chino
Se cuenta que,
en el año 250 A .C.,
en la China
antigua, vivía un príncipe que iba a ser coronado emperador, pero de acuerdo
con la ley, antes debía casarse. Sabiendo esto, él decidió hacer una competición
entre las muchachas de la corte para ver quién sería digna de su propuesta. Al
día siguiente, el príncipe anunció que recibiría en una celebración especial a
todas las pretendientes y les lanzaría un desafío que debían superar para ser
merecedoras de su corazón.
Una anciana que servía en el palacio
desde hacía muchos años, escuchó los comentarios sobre los preparativos. Sintió
una leve tristeza porque sabía que su joven hija Lüzi Hsi, tenía un sentimiento
profundo de amor por el príncipe.
Al llegar a la casa y contar los
hechos a la joven, se asombró al saber que ella quería ir a la celebración. Sin
poder creerlo le preguntó:
"Hija mía, ¿que vas a hacer
allí? Todas las muchachas más bellas y ricas de la corte estarán ahí. Sácate
esa idea insensata de la cabeza. Sé que debes estar sufriendo, pero no hagas
que el sufrimiento se vuelva locura.”
La hija respondió:
"No, querida madre, no
estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Yo sé que jamás seré escogida, pero es mi
oportunidad de estar por lo menos, algunos momentos cerca del príncipe. Esto me
hará feliz"
Por la noche la joven llegó al
palacio. Allí estaban todas las muchachas más bellas, con las más bellas ropas,
con las más bellas joyas y con las más determinadas intenciones. Entonces,
finalmente, el príncipe anunció el desafío: "Daré a cada una de ustedes
una semilla. Aquella que me traiga la flor más bella dentro de seis meses, será
escogida para ser mi esposa y futura emperatriz de China."

La propuesta del príncipe seguía
las tradiciones de aquel pueblo, que valoraba mucho la especialidad de cultivar
algo, sean costumbres, amistades, relaciones, etc.
El tiempo pasó y la dulce joven,
como no tenía mucha habilidad en las artes de la jardinería, cuidaba con mucha
paciencia y ternura de su semilla, pues sabía que si la belleza de la flor
surgía como su amor, no tendría que preocuparse con el resultado.
Pasaron tres meses y nada brotó.
La joven Lüzi Hsi, intentó todos los métodos que conocía pero nada había
nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su amor era más profundo.
Por fin, pasaron los seis meses
y nada había brotado.
Consciente de su esfuerzo y
dedicación la muchacha le comunicó a su madre que sin importar las
circunstancias, ella regresaría al palacio en la fecha y hora acordadas, sólo
para estar cerca del príncipe por unos momentos.
En la hora señalada estaba allí,
con su vaso vacío. Todas las otras pretendientes tenían una flor, cada una más
bella que la otra, de las más variadas formas y colores. Ella estaba admirada.
Nunca había visto una escena tan bella. Finalmente llegó el momento esperado y
el príncipe observó a cada una de las pretendientes con mucho cuidado y
atención. Después de pasar por todas, una a una, anunció su resultado.

Lüzi Hsi, aquella bella joven
sería su futura esposa. Todos los presentes tuvieron las más inesperadas
reacciones. Nadie entendía por qué él había escogido justamente a aquella que
no había cultivado nada. Entonces, con calma el príncipe explicó:
"Esta fue la única que
cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en emperatriz: la flor de la
honestidad. ¡Todas las semillas que entregué eran estériles!."
domingo, 29 de diciembre de 2013
miércoles, 27 de noviembre de 2013
Casualidad o causalidad
No es
ésta la única ocasión en la que hablo de la dualidad casualidad/causalidad,
pero me parece un tema de tanta profundidad reflexiva que, lo traigo nuevamente
a colación acompañado de un vídeo que he encontrado en Youtube.
Continuamente
he mantenido lo que a mi gran amigo Gabriel le gusta recordar que, no existen
las casualidades, sino las causalidades. Que nada ocurre porque sí. Que las
cosas ocurren por una razón, por una causa. A veces, incluso, por varias. Pero
hasta ahora nunca había reflexionado profundamente sobre ello.
La
causa de un objeto es aquello que lo origina; la explicación de por qué está
ése objeto ahí, de cómo ha llegado hasta ahí. La causa de un objeto no es
aquello para lo que ha sido creado; no es ni la explicación de PARA QUÉ está
ahí, ni de cuál es su FINALIDAD. He aquí la gran diferencia: no es lo mismo
explicar el por qué de un objeto (causa o causalidad) que explicar el para qué
de un objeto (fin o finalidad).
Que
todos poseamos un por qué no quiere decir que tengamos un para qué. Que poseamos
causa no quiere decir que tengamos finalidad. Que estemos aquí por una causa y
no por mera casualidad no quiere decir que tengamos destino.
Hablar
de causalidad no es hablar de destino.
Estamos
aquí POR una razón, por una causa; pero no PARA una razón en particular, para
un fin.
Tengo
causa. No sé cuál, pero la tengo, y eso no condiciona mi finalidad, mi futuro
ni mi destino. No necesito conocer mi causa para poder elegir mi finalidad en
la vida.
El
poder de Dios, la evolución, la adaptación, un terremoto, un milagro… ¿Qué más
da? La causa más inmediata y cercana de por qué estoy aquí es mucho más
sencilla de comprender: el amor.
Estoy
aquí porque dos personas se amaron, y de ese amor nací yo. Ése es mi por qué,
mi causa. Mi destino, mi fin, está bajo mi decisión y es, al fin y al cabo, una
de las pocas cosas que realmente me pertenecen.
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viernes, 8 de noviembre de 2013
Del morir
Hoy quiero dar espacio y difusión a un erudito de la palabra, a un buen amigo y H
Del morir quiero hablarles hoy. Y eso que escribir sobre la muerte es algo muy poco habitual en nuestra sociedad, sobre todo porque no es un tema precisamente alegre por sí mismo y parece que a los lectores estándar no les hace muy felices que digamos. Hablar de la muerte es algo así como adentrarse en terreno pantanoso, poner los pies en materia oscura y resbaladiza sobre la que es fácil entristecerse y quedarse mohíno. En esta sociedad de la tecnología, de la conectividad y de las grandes soledades humanas, el tema de la muerte no está bien visto por la mayoría consumista. Pero sin embargo, muchos han sido los pensadores y grandes hombres que han escrito y hablado sobre este asunto en el pasado. El que primero me viene a la cabeza es el clásico Séneca, cuya obra toca en buena medida el tema de la muerte.
Hemos de saber que este argumento viene siendo principal entre los filósofos desde los tiempos de Sócrates. Para ciertos espíritus pensantes, la vida se reduce a un simple entrenamiento con vistas al acto de morirse. Recordemos que Séneca propaga ciertos silogismos que parecen reducir la muerte a un paso necesario y hasta positivo. Así viene a decir en sus Cartas que «ningún mal es grande si es el último», pero se nos antoja que va más allá y defiende una buena armonía conciliadora entre la vida y la muerte.
Séneca se inclina de un modo esencial por la buena muerte, una buena muerte que a veces puede atañer al suicidio. Sería una muerte serena, elegida, un cenit de la vida misma, una culminación voluntaria del camino vital. Lo cierto es que tampoco se habla apenas de este fenómeno, pero en el mundo, y especialmente en los países más desarrollados, se suicidan miles de personas todos los años.
Nos incomoda el concepto de la muerte. Sabemos que hemos de pasar por el aro tarde o temprano —quizá mañana mismo, o pasado—, pero no se nos ocurre meditar un poco al respecto; y menos todavía sacar el tema a colación durante una charla entre amigos, por ejemplo, incluso aunque la conversación dé pie al abordaje del asunto. Esta sociedad materialista que
miércoles, 6 de noviembre de 2013
lunes, 14 de octubre de 2013
Todo a su debido tiempo
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Amanecer en Estepona |
Desconozco
si a ustedes le pasa, pero a veces tengo la sensación de ir demasiado deprisa a
los sitios, que necesito hacer más, aprovechar más el tiempo y que en un hueco
que hay en la agenda hay que meter algo nuevo que hacer. Pronto algún moralista
diría que tengo el riesgo de caer en el activismo. Pero eso ahora no es la
cuestión. Voy al diagnóstico de los hechos y luego analizaremos cómo lo podemos
arreglar.
En
ocasiones tengo la impresión, como les cuento, por ejemplo cuando disfruto de
un café a la orilla del mar o de una cervecita con los amigos, que debe pasar
más rápido el tiempo para llegar antes a la próxima cita con la agenda. Digamos
que tengo la sensación de vivir acelerado. Precisamente a la orilla del
mediterráneo en una de estas tardes bellas que el otoño nos está regalando y el
sol del atardecer se colorea como anaranjado me ayudó mucho precisamente un
comentario que surgió sobre los bailes latinos, tango, salsa… Un, dos tres,
cinco, seis, siete.
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Amanecer en Estepona 2 |
Por
mucho que queramos correr, el compás es el compás; el ritmo es el ritmo y por
muy rápido que quisiéramos dar los pasos y correr más la salsa sigue con su
ritmo. La vida sigue con su ritmo. Y por muy rápido que queramos hacer las
cosas el sol sigue saliendo, más o menos a la misma hora, y poniéndose, más o
menos a la misma hora. El ritmo que queremos imprimir a la vida pasa
necesariamente por la misma vida. Por muy rápido que queramos cambiar, todo
tiene su tiempo. Por muy rápido que deseemos mejorar, todo tiene su ritmo, su
compás.
El
tiempo está para servir de medida no para ser esclavos del tiempo, apretándolo
hasta que se desemboca en el estrés, ansiedad… y finalmente depresión. Es
cierto que la pereza es una tendencia que es buena desterrar. Pero una cosa es
la pereza y otra es que apenas nos de tiempo de saborear todo lo que de bueno
cabalga con el tiempo, todo lo que de bello nos regala el nuevo día, la jornada
que progresivamente se va desplegando frente a nuestros ojos. Tenemos todo un
día por delante, por eso te sugiero que lo disfrutemos a ritmo de salsa, a
ritmo de vida, poniendo la atención en cada cosa que hagamos. Que ya llegará el
próximo compás.
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