Esta confusión entre deseos y metas es normal. De hecho, cuando establecemos una meta y la alcanzamos, eso es el éxito. El dinero, la felicidad y la satisfacción son los consecuentes deseos de éxito.
Muchas personas viven solo queriendo ser o tener lo que es el resultado del éxito, ignorando que la vida no nos da lo que necesitamos, sino lo que plantamos. Por lo tanto, la lógica infalible no es "desear y tendrás", sino "sembrar y cosechar".
Y la cosecha puede llevar tiempo. Se necesita tiempo para que alguien tenga éxito, porque el éxito no es más que la recompensa natural por hacer algo bien, de manera eficiente y con el resultado esperado. El éxito se puede atribuir a todo lo que se hace, con un final feliz.
Pueden ser tareas simples o complejas. Y así, para lograr el éxito, primero establecemos nuestros objetivos; segundo, tenemos que trabajar duro y persistentemente para alcanzarlos de manera competente, sea cual sea la actividad que estemos haciendo.
Tenga en cuenta que somos una obra de arte de la naturaleza, incrustada en ella por el Arquitecto Supremo, que nos transforma de piedra tosca en la obra maestra de su creación.
¿Qué desafío nos plantea Dios, cada día? Cortamos, eliminamos el exceso, moldeamos nuestra escultura interior y, utilizando nuestro libre albedrío, definimos quién y cómo queremos ser. Está en nuestras manos!
Meditemos en eso, y todos tengamos un excelente día.
¡Un abrazo!