La mayoría de las personas buscan la felicidad en la complejidad de las cosas y, casi siempre, afuera, en algo o en alguien.
Piensan, por ejemplo, que la riqueza y el éxito son fórmulas que garantizan la felicidad cuando, de hecho, este es el resultado. Otros, menos ambicioso, concluyen que el solo hecho de estar sano es suficiente felicidad en sus vidas.
La salud es una condición necesaria para la vida y está disponible para la mayoría de los seres humanos, sin embargo, muchas personas, a pesar de la buena salud, no están contentas.
La felicidad no se encuentra en las cosas, en las personas o en la riqueza, ni, simplemente, en la salud. Para ser felices, necesitamos: hacer las cosas bien, amar lo que hacemos bien y ser pacientes a la espera del resultado. La felicidad viene!
El secreto es que la verdadera felicidad está dentro de nosotros, en la simplicidad de los pequeños actos de bondad hacia nosotros y hacia nuestro prójimo, anclados en el amor fraternal incondicional. No hay felicidad sin amor.
Es esencial que los gestos y las actitudes optimicen la felicidad. Hacer el bien a los demás, sorprender a tu ser querido, ser útil en las tareas diarias y cumplir con nuestros deberes, son pequeñas cosas que nos hacen felices.
Para ser feliz, no es necesario tener nuestra mente en la riqueza, sino traer cosas ricas a nuestra mente. Nuestra espiritualidad es la esencia de nuestra vida, y el lado material muestra la forma de su manifestación.
Hoy, recuerda que cuanto más poblamos nuestras vidas con pensamientos cargados de amor por todos los que nos rodean, mejor viviremos juntos y más felices seremos.
¡Un abrazo!
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