Escribo con los sentimientos a flor de piel. Ayer me reencontré con un buen Amigo, un Amigo de verdad, de grandes afectos, de vivencias mutuas y experiencias personales, curtidas en el paso inexorable de los años. Un tiempo que nos ha brindado un compromiso entre ambos, como un pacto silencioso, cuidado con exquisitez por dos personas que se han demostrado un afecto sólido.
Sentimientos que se iniciaron con una admiración creciente y que han derivado hacia una Lealtad plena y comprometida que hoy, sigue viva. Esta Lealtad es el fruto de un valor intrínseco y muy personal que, en los momentos más difíciles, fortaleció la conciencia y la Amistad de un modo muy cohesionado.
Observo, muchas veces, cómo la Sociedad hoy, movida por lo conveniente y el interés, no aprecia ni cuida sus afectos personales. Más bien sólo vive motivada por el rédito que puedan detraer de esa interesada relación, sin permitir que la verdad y el cariño se instalen en el corazón y el Alma de las personas.
¿Por qué esa carencia de afectos?, porque se ignora el valor de la intimidad y se desprecia la confianza. Resulta muy triste cuando ya no existen vínculos entre las personas salvo el mísero producto de lo material o de lo crematístico. Todo se hace más ajeno y frívolo, sin permitir madurar los sentimientos compartidos.
La Lealtad no es un valor en alza y tampoco parece ser un ejercicio de constancia, todo prima hacia otro tipo de voluntades. La ciudadanía vive sumisa en lo superficial y en su egocentrismo, donde los logros parecen ser siempre el resultado del individuo, del Ego, establecido y omnipotente; muy ajeno al espíritu de equipo y la colaboración, sin importar ni cómo ni quién con tal de alcanzar su propio objetivo.
La vida constituye una serie de retos y de consecuencias, muchas de ellas impredecibles, pero, a través de la voluntad, la empatía y la verdadera Lealtad, se convierten en piezas fundamentales del engranaje de los afectos para las personas. Y así, de un modo firme, muy sincero, preparan el terreno de la afinidad y de nuestros sentimientos, más nobles y auténticos, sin tener que esperar nunca nada a cambio de los demás.
El valor de la Lealtad constituye un término inherente en el campo de las relaciones personales, muy opuesto a lo meramente especulativo o rentable para consigo mismos. La Lealtad debería promoverse como uno de los pilares más sólidos y firmes de la condición humana, en tanto en cuanto lo que dignifica es el término de la Amistad, con todas sus condiciones y sus consecuencias, por el bien de TODOS y de la propia Sociedad.
Fernando Santos Ferrer
Manuel,te conozco y sé que puedes escribir cosas más críticas con la situación social existente (Banqueros, políticos, corrupción etc. ¿recuerdas tus guerras dialécticas con los políticos corruptos de Estepona?. Armate de valor y vuelve, ahora nos hacen falta personas como tú y otros que están en el silencio. Abrazos
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