martes, 23 de junio de 2020

El poder de la palabra



Podemos sentir las formas más diversas de emociones: ira, anhelo, melancolía, tristeza, miedo, ansiedad, etc.

La emoción revuelve el espíritu, acelera o reduce el orden mental, provocando un desequilibrio en nuestras acciones y reacciones. En esos momentos, debemos esforzarnos por dominar la mente.

El dominio de la mente comienza cuando detenemos las palabras y medimos cada oración pronunciada, en una atmósfera de absoluta normalidad. Para eso, debes pensar despacio, calmar tus palabras y ser paciente.

De esta manera, llegaremos a la serenidad necesaria para controlar la situación, ordenar palabras con equilibrio y superar las crisis emocionales.

Lo que sale de la boca es la fuerza creativa y no hay forma de hacer que regrese. Por lo tanto, pensemos detenidamente antes de hablar, evitemos los excesos, que la verdad y el sentido común, regule el tono de nuestra voz y no sea grosero.

No cobramos ni buscamos responsables. Si nuestra mente busca soluciones, nos volvemos positivos. Y si busca razones, nos volvemos negativos.

Por lo tanto, pasemos más tiempo dándonos cuenta que soñando, haciendo que planeando, viviendo que esperando, porque, aunque casi muere, está vivo, casi vive, ya ha muerto.

Recordemos, con serenidad que: "La franqueza no consiste en decir todo lo que se piensa, sino en pensar todo lo que se dice".

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