La sencillez es una virtud que atrae a las personas. Observemos que todos los grandes sabios y gurús de la humanidad fueron personas sencillas y de hábitos sencillos.
Recordemos tres ejemplos emblemáticos:
"El Divino Maestro Jesús, en sus andanzas en sus tres años de Apostolado entre nosotros los humanos, no tuvo dónde recostar la cabeza; el noble y rico Francisco de Assis lo dejó todo para convertirse en el " Pobre de Assis "y Gandhi, un campeón de la paz , solo dejó sus vestiduras como herencia.
Pero, todos estos personajes, además de tantos otros, mejoraron el mundo y atrajeron a las masas con sus ejemplos, ganando el reconocimiento de la humanidad. ¿Por qué no intentar aprender un poco de ellos?
La práctica de la sencillez nos hará más amados y admirados. Las personas bien intencionadas se darán cuenta de nosotros y se acercarán naturalmente a nosotros, convirtiéndose en nuestros amigos, en una empatía recíproca.
Observemos que, salvo contadas y buenas excepciones, el despliegue de riqueza y lujo trae consigo avaricia, arrogancia y soberbia, además de provocar en muchos codicia y envidia, sentimientos todos que degradan y aniquilan la vida de las personas.
Por eso, incluso sin un "voto de pobreza", seamos humildes y sencillos, utilizando con moderación y prudencia las riquezas que Dios nos permite obtener, hablando y actuando con naturalidad y, siempre que sea posible, ayudemos a los más necesitados.
Recordemos las palabras del Maestro: "El que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado". Dios es tan simple que se esconde detrás de nuestras obras más pequeñas. La humildad y la sencillez son almas gemelas. ¡Practiquémoslos entonces!
¡Un abrazo!
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