Hace poco escribí una reflexión
sobre el “PODER DE LAS PALABRAS”, y la acompañé con un vídeo muy ilustrativo,
pero en ésta ocasión quiero profundizar en la comunicación entre seres que
compartimos una parcela que es nuestro planeta tierra.
Durante el día
pronunciamos más de 15 mil palabras, una parte de ellas las usamos para
comunicarnos con los demás. El común de las personas nos agredimos continuamente con las palabras y no somos conscientes de ello, ya que pocas se atreven a manifestar en alto lo que están sintiendo en los momentos en los que se han visto heridas.
Las palabras tienen el poder de
activar por ellas mismas el miedo, la ira, la soberbia… aunque no sea
precisamente lo que deseamos. Es por ello que insisto “La forma en que nos
comunicamos con frecuencia nos da lo contrario de lo que queremos”.
La torre de babel no es una
historia del pasado, sino que sigue presente aquí y ahora. Nuestra forma de comunicarnos
es arcaica y precisa una revisión porque genera más conflictos que paz. Si
comprendemos que existe otra manera muy distinta de comunicarse y que esta
favorece la salud y despliega la creatividad, entonces podremos comenzar a ganar
destreza en el arte de crear verdaderos lazos emocionales con otros seres
humanos.
Un nuevo nivel de conciencia
pide otro tipo de lenguaje, pues ambos, van siempre de la mano.
Si las palabras salen de la boca
solo llegarán a los oídos de la persona que escucha, pero si las palabras salen
del corazón, también llegaran al corazón de quien las escucha. Si hablamos
desde el corazón, estamos invitando a nuestro receptor a que haga su propia reflexión
sobre aquello en lo que se sienta identificado.
Las relaciones con las personas
que nos rodean son claves en nuestra vida, porque el ser humano es un ser en relación,
por eso cualquier orientación que nos ayude a mejorar nuestra forma de
interactuar con los demás va a tener un gran impacto en sus vidas y en las
nuestras.