Tengo una amiga (más que amiga es como una madre) de Mallorca, Concha Titos, la cual tiene tendencia a preocuparse en exceso por lo que todavía no ha ocurrido y seguramente nunca ocurrirá, con el agravante que, todo lo lee en clave negativa, sometiéndose a un sufrimiento innecesario. El gran Séneca nos dejó esta perla para la eternidad“Tu felicidad depende de tres cosas, todas las cuales están en tu poder: tu voluntad, tus ideas sobre los eventos en los que te involucras y el uso que haces de tus ideas".
Querida Concha, la felicidad y la libertad comienzan con la clara comprensión
de un principio fundamental: algunas cosas están bajo nuestro control y otras
no. Este concepto, que se remonta a la filosofía estoica, es esencial para
alcanzar la tranquilidad interior y la eficacia exterior. Epicteto, un filósofo
estoico, afirmó: “No son las cosas las que nos perturban, sino la opinión que
tenemos de ellas”. Esta cita subraya la importancia de distinguir entre lo que
podemos controlar y lo que no.
Bajo nuestro control están nuestras opiniones, aspiraciones,
deseos y aversiones. Estas áreas constituyen nuestra principal preocupación, ya
que están directamente sujetas a nuestra influencia. Por ejemplo, podemos
elegir cómo reaccionar ante una situación difícil, como perder un empleo. En
lugar de dejarnos llevar por la desesperación, podemos ver esta circunstancia
como una oportunidad para crecer y buscar nuevas oportunidades. Viktor Frankl,
un neurólogo y psiquiatra austriaco, escribió en su libro “El hombre en busca
de sentido”: “A un hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última
de las libertades humanas, la elección de la actitud personal ante un conjunto
de circunstancias”.
Fuera de nuestro control, sin embargo, hay cosas como el
tipo de cuerpo que tenemos, el haber nacido en la riqueza o la forma en que nos
ven los demás. Estas son circunstancias externas que no constituyen nuestra
preocupación principal. Intentar controlar o cambiar lo que no podemos solo
conduce al tormento. Por ejemplo, preocuparse excesivamente por la opinión de
los demás puede llevar a la ansiedad y a la pérdida de autenticidad. Como dijo
Lao-Tsé, el filósofo chino: “El que se preocupa por la aprobación de los demás,
se convierte en su prisionero”.
Recordemos: Las cosas sobre las que tenemos poder
están naturalmente a nuestra disposición, libres de toda restricción o
impedimento. Podemos trabajar en mejorar nuestras habilidades, cultivar
nuestras relaciones y desarrollar una mentalidad positiva. Sin embargo, las
cosas que escapan a nuestro control son debilidades, dependencias o están
determinadas por el capricho y las acciones de los demás. Aceptar esta realidad
nos permite enfocarnos en lo que realmente importa y nos libera de la
frustración.
Finalmente, si creemos que podemos controlar lo que por
naturaleza escapa a nuestro control, o si intentamos asumir los problemas de
otros como propios, nuestros esfuerzos se verán desbaratados. Nos convertiremos
en personas frustradas, ansiosas y criticonas. Como dijo el filósofo griego
Epicteto: “La libertad es la única meta digna en la vida; se gana ignorando las
cosas que están fuera de nuestro control”. Al aceptar nuestras limitaciones y
centrarnos en lo que podemos cambiar, encontramos la verdadera paz y libertad.