Los problemas son indispensables para nuestro crecimiento personal, pero a menudo no se ven de esta manera. Y este es el punto: muchas veces pensamos que es mejor no tenerlos, porque requieren esfuerzos que no nos gustaría hacer.
Sin embargo, sabemos que los problemas
son herramientas que nos enseñan, nos capacitan, nos elevan y nos hacen
mejores. Cuando los problemas son bien entendidos y tratados, sólo nos hacen
bien.
Pero, si lo pensamos mejor, nos
daremos cuenta de que, no siempre, lo que pensamos que es un “problema”,
realmente lo son. Son, más bien, cuestiones o situaciones que, por nuestra
inexperiencia, consideramos difíciles y luego las convertimos en “problemas”.
¿Cuántas veces construimos nuestros
problemas nosotros mismos?
Si el problema lo creamos nosotros, no
nos quepa la menor duda de que somos plenamente capaces de encontrar la
solución. Confiemos en nuestro poder y creamos en nuestra fuerza.
Los que huyen de los problemas van por
la vida sin vivir.
Nos ayudan a pensar y acumular
experiencias que nos previenen de recaídas y nos garantizan una vida mejor.
Curiosamente, cuanto mayor o más grave
sea el problema, mayor será el esfuerzo que tendremos en la búsqueda de su
solución y mayor será el plus de experiencia y satisfacción personal.
Tengamos días felices y productivos… y
un merecido descanso al final del día.
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