Las experiencias adquiridas a lo largo de la vida, si
son bien utilizadas, nos enseñan y nos corrigen. Con ellas aprendemos que “quien
pone el dedo en el fuego, se quema”.
De hecho, la vida nos devuelve lo que damos. Aquellos
que engañan a otros o cometen malas acciones casi siempre, antes de lo que
esperan, sufrirán alguna consecuencia. Puede ser una gran angustia, una
enfermedad física o incluso un desequilibrio mental.
Haremos bien si miramos atrás y nos arrepentimos o nos
sentimos satisfechos de nuestros actos. De lo contrario, solo Dios sabe lo que
les sucederá.
Por ello, debemos tomar todas las precauciones y
cuidados posibles. La vida nos educa, porque nadie tiene dudas de que es una
gran y excelente escuela.
Si levantamos un dedo en el aire contra alguien, por
las Leyes de la Vida lo estamos levantando contra nosotros mismos. Y si,
pudiendo abrir, cerramos nuestro corazón para el bien, estamos cuidando mal
nuestro futuro.
Pero si, por el contrario, tenemos tolerancia con
nuestro prójimo, que es nuestro hermano, y si, sobre todo, lo amamos, estaremos
encendiendo luces en la conciencia y muchas otras en el Cielo para iluminarnos,
siempre.
Escojamos el camino del bien y practiquémoslo. Es por
el camino del bien que nos llega la felicidad. ¡No hay otra salida!
Es mi deseo que todos tengamos un feliz día, con mucha
salud y paz en nuestros corazones.