Se supone que los adultos, aunque sea por experiencia, son capaces de gestionar
ese mal trago, por el que ya han pasado otras veces, y ya saben los pasos a
seguir. Pero los niños no. No es algo que se sepa hacer de serie, hay que
entrenarlo. Los niños hasta que no tienen 10 o 12 años no tienen empatía
social, no son capaces de entender que hay otras voluntades diferentes a las
suyas, y por eso de manera natural se comportan como si fueran el centro del
universo y como si solo porque desean algo tenga que cumplirse. Así es que hay
que enseñarles a modelar esa conducta, a ser empáticos y tolerar la frustración
cuando las cosas no salen como ellos quieren..............SIGUE >>
lunes, 29 de mayo de 2017
Felicidad para tu hijo? ¡Fuera la frustración!
Suscribirse a:
Entradas (Atom)