Un corredor que confía en sus piernas o un nadador que cree
en la fuerza de sus brazos, sin duda participará en una competición con mucha
más voluntad.
La confianza en nuestra fuerza e inteligencia nos da
tranquilidad, disposición y alegría, que son condiciones importantes para
alcanzar la felicidad. Y el mundo exterior se abre en beneficios a medida que
ganamos más confianza en nosotros mismos.
La autoconfianza despierta las fuerzas y energías que suplen
nuestras necesidades y nos llevan a una etapa de belleza, progreso, virtud y
paz. Al contrario, la falta de ella produce desánimo, fracaso e infelicidad.
Por tanto, aunque nuestros medios sean escasos, mantengamos
el buen humor, levantemos la cabeza, veamos y sintamos el sol de nuestras
cualidades internas y valoremos. Esta actitud es el camino más corto para
adquirir la confianza que tanto necesitamos en nuestros valores y
posibilidades.
Por consiguiente, recordemos que somos los únicos dueños de
nuestro destino, y quienes creen en sí mismos están listos para ganar y ser
felices.
¡Un abrazo!