lunes, 28 de septiembre de 2020

Dueño de tu destino



En un mundo competitivo, los mejores preparados llegan a los primeros lugares. Y la confianza en uno mismo es fundamental para ello.

Un corredor que confía en sus piernas o un nadador que cree en la fuerza de sus brazos, sin duda participará en una competición con mucha más voluntad.

La confianza en nuestra fuerza e inteligencia nos da tranquilidad, disposición y alegría, que son condiciones importantes para alcanzar la felicidad. Y el mundo exterior se abre en beneficios a medida que ganamos más confianza en nosotros mismos.

La autoconfianza despierta las fuerzas y energías que suplen nuestras necesidades y nos llevan a una etapa de belleza, progreso, virtud y paz. Al contrario, la falta de ella produce desánimo, fracaso e infelicidad.

Por tanto, aunque nuestros medios sean escasos, mantengamos el buen humor, levantemos la cabeza, veamos y sintamos el sol de nuestras cualidades internas y valoremos. Esta actitud es el camino más corto para adquirir la confianza que tanto necesitamos en nuestros valores y posibilidades.

Por consiguiente, recordemos que somos los únicos dueños de nuestro destino, y quienes creen en sí mismos están listos para ganar y ser felices.

 

¡Un abrazo!


domingo, 27 de septiembre de 2020

Irracionalidad humana

  


Cuán a menudo podemos ver cuán incoherentes son los hombres, en general, y por lo tanto irracionales. 

Buscan la paz, pero promueven guerras. Quieren la abundancia y el equilibrio de la naturaleza, pero no la respetan. Cantan y exaltan la vida en el planeta Tierra, mientras destruyen gradualmente su biodiversidad. 

Predican la unidad, la concordia y la igualdad entre pueblos y naciones, pero en detrimento de estas intenciones faltan el respeto a los derechos humanos, fomentan la industria militar con el pretexto de defender la paz, pero, incluso en su vida cotidiana, actúan en sentido contrario a lo que aplican a otros. 

Es el hombre animal, en su irracionalidad y en sus paradojas. Predican una cosa y hacen otra. Dicen que quieren apagar el fuego de la discordia, la incomprensión y la injusticia, pero no pueden vivir bien con su entorno ni con los más cercanos.

Preguntémonos cuál ha sido nuestro papel en este contexto. ¿Estamos promoviendo la paz a nuestro alrededor? ¿Estamos defendiendo el medio ambiente donde vivimos? O, incluso con nuestra inercia, ¿estamos añadiendo más leña al fuego de la locura humana? 

¿Qué tal si ahora respondemos estas preguntas con mucha sinceridad? ¿No es justo hacer bien nuestra parte? Es el mínimo, porque, después de todo, ¡somos el Universo! 

¡Un abrazo! 


 Manuel Barea Rodríguez