La comparación constante con quienes son más listos, más atractivos y
obtienen más triunfos que nosotros tiende a alimentar la envidia, la
frustración y la infelicidad. Pero también podemos utilizar esta actitud de una
forma positiva, sólo tenemos que hacer un esfuerzo para conocernos; sí eso
¡conocerse a uno mismo! Porque a veces resulta muy difícil llegar a conocernos
a nosotros mismos; sin embargo, este conocimiento es fundamental para lograr
estabilidad emocional y equilibrio psicológico. El conocimiento de uno mismo
presupone el de las propias aptitudes y limitaciones, el del temperamento y las
principales pautas de conducta personales, las tendencias fundamentales,
intereses y motivaciones, el saber leer e interpretar nuestros sentimientos,
etc.
A lo largo de toda nuestra vida intentamos conocernos mejor, pero nunca
llegamos a un conocimiento absoluto. El ser humano puede llegar a conocerse a
sí mismo, casi por completo, pero al igual que ocurre con la vida misma,
siempre surgen en su interior nuevas facetas, aún desconocidas. En cierto modo,
nuestra propia realidad es extraordinariamente compleja e inabarcable, y, por
otro lado, la persona humana está expuesta a las modificaciones propias de un
desarrollo psicológico evolutivo.
El conocimiento de uno mismo mediante la auto-observación, clásicamente
denominado «introspección», tiene grandes dificultades, ya que al
autoanalizarnos psicológicamente, se ponen automáticamente en marcha mecanismos
de defensa y autojustificación que nos hacen perder objetividad al juzgarnos.
Pues dicho, conocerse a uno mismo es un punto esencial para lograr el
equilibrio psicológico y una correcta maduración de la personalidad. Si conocemos
nuestras aptitudes, podemos desarrollarlas; si conocemos nuestras limitaciones
y defectos, ya hemos dado un primer paso para superarlas, para comprendernos
mejor y evitar objetivos que no seremos capaces de lograr, evitando así
posibles frustraciones, teniendo una vida más plena, menos “pesada”, con más
alegría y felicidad.
Recordemos esas palabras sabias, antiguas y muy
conocidas, que estaban inscritas en el TEMPLO DE DELFOS, que indican claramente
el camino a seguir y que dicen lo siguiente:
"Te advierto, quien quiera que fueres, Oh! Tú que deseas sondear los
arcanos de la Naturaleza, Que si no hallas dentro de ti mismo, aquello que
buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tu ignoras las excelencias de tu
propia casa, ¿Cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto
el tesoro de los tesoros. Oh! Hombre, conócete a ti mismo y conocerás al
Universo y a los Dioses."
Que de
una manera muy resumida dice "Nosce Te Ipsum" o "Conócete a ti
mismo".