jueves, 20 de diciembre de 2012
Demasiado ruido
Soledad. Armonizad@ con la madre naturaleza. |
Conforme avanzaba la mañana, los ruidos de la civilización se fueron imponiendo, el curso de inglés, las prisas, las presiones, los compromisos...
La gran ciudad. La nueva Babilonia. |
Me intentaré convencer de que la vida no es una carrera de obstáculos en la que compites por ser el número uno. Sólo yo soy responsable de la presión a la que me someto, y me pregunto ¿Donde conduce una existencia en la que no queda tiempo para el silencio y la paz interior?
He abierto el libro por una página al azar, y sorprendentemente, ésto es lo que está escrito.
Temía estar solo, hasta que aprendí a quererme a mí mismo.
Temía
fracasar, hasta que me di cuenta que únicamente fracaso cuando no lo intento.
Temía
lo que la gente opinara de mí, hasta que me di cuenta que de todos modos
opinan.
Temía
me rechazaran, hasta que entendí que debía tener fe en mi mismo.
Temía
al dolor, hasta que aprendí que éste es necesario para crecer.
Temía a
la verdad, hasta que descubrí la fealdad de las mentiras.
Temía a
la muerte, hasta que aprendí que no es el final, sino más bien el comienzo.
Temía
al odio, hasta que me di cuenta que no es otra cosa más que ignorancia.
Temía
al ridículo, hasta que aprendí a reírme de mí mismo.
Temía
hacerme viejo, hasta que comprendí que ganaba sabiduría día a día.
Temía
al pasado, hasta que comprendí que es sólo mi proyección mental y ya no puede
herirme más.
Temía a
la oscuridad, hasta que vi la belleza de la luz de una estrella.
Temía
al cambio, hasta que vi que aún la mariposa más hermosa necesitaba pasar por
una metamorfosis antes de volar.
Hagamos
que nuestras vidas cada día tengan más vida y si nos sentimos desfallecer no
olvidemos que al final siempre hay algo más.
Hay que
vivir ligero porque el tiempo de morir está fijado.
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