En mi afán de ampliar conocimientos y habilidades personales y profesionales, estoy participando en un curso impartido en Málaga por el Instituto Superior de Estudios Empresariales, denominado Liderazgo personal y profesional. Pues bien, dicho esto, les contaré que en el día de ayer tuve una experiencia muy enriquecedora. Participé en un ejercicio práctico de comunicación a un auditorio. Era la primera vez en mi vida que hablaba ante un público que me iba a examinar con detalle y mis sensaciones fueron verdaderamente maravillosas. Intenté convencer a los escuchantes de que una vida plena de felicidad es posible, que si vivimos nuestras vidas con paz interior y serenidad, nos llenará de alegría interior, y nos permitirá disfrutar de la vida.
Quise ahondar en la idea de que el consumismo y el bienestar económico, aunque intenten “vendernos el súmmum”, no nos hacen más felices. Al revés, no hace más que profundizar en la insatisfacción. Y lo que más nos debe preocupar es que sin darnos cuenta le estamos inoculado éste virus a nuestros hijos, sobrinos, alumnos…Generalizando, los niños actuales crecen con la idea que la felicidad se puede comprar. La avaricia, la falta de empatía hacia los demás, el culto a la imagen... Esos son los valores que transmite nuestra cultura, y contra la que nos tenemos revelar de forma consciente. En conclusión, utilizaré una fresa hecha: el consumismo es el antídoto contra la felicidad.
A estas alturas de nuestras vidas y por los conocimientos adquiridos sabemos que, el mundo no fue hecho a la perfección, pero está destinado a ser perfecto. Es nuestro trabajo que sea así. De la misma manera, no fuimos hechos a la perfección, pero es nuestro trabajo perfeccionarnos. En realidad, “perfección” no es la palabra correcta, lo es más la palabra “completitud”.
Tenemos que esforzarnos por trabajar en la línea del positivismo y el agradecimiento por lo mucho que nos ofrecen nuestras vidas, pues, quien no valora lo que tiene, algún día se lamentará por haberlo perdido.
Aquellas personas que ansían el futuro y olvidan el presente, viven en un estrés anticipatorio permanente, y no viven ni el presente ni el futuro. Otras personas, de la misma manera arruinan su presente por sumirse en los recuerdos de un pasado que no tiene futuro.
Si quieres recibir, da un poco de ti, rodéate de buenas personas y sé una de ellas. Si quieres ser feliz, haz feliz a alguien.
Vivir una vida feliz, plena y con propósito cada día no es sólo un sueño; es nuestra responsabilidad diaria. Todo lo que tenemos que hacer es compartir, pues compartir es el camino directo a la felicidad; necesitamos el proceso incómodo de desarraigar al ego para poder experimentar la realización verdadera. Comparte hoy. Cuanto más incómodo sea, más feliz serás.
Para terminar les recomendé que vieran unos videos que, cuando yo estaba hospitalizado, con la incertidumbre de saber si en un futuro volvería a andar y llevar una vida normal, me cambiaron la forma en la que ver la vida. Me dieron esperanza, valor y fuerzas para seguir adelante.
Con más tiempo, recomiendo que veáis con los ojos y el corazón bien abiertos, ésta aleccionadora película :
Termino con una cita que e
Como muestra de agradecimiento a todos aquellos que compartieron conmigo toda su fe y amor verdadero.
Manuel Barea